
22 de junio, 2020
Los venezolanos debemos analizar bien lo que ha pasado en estos 21 años del chavidurismo en el poder. Es necesario que tengamos claridad en que nuestros ÚNICOS TRIUNFOS han sido electorales. Principalmente en el 2007 con el referendo constitucional y en 2015 con la Asamblea Nacional. Además de concejalías, alcaldías y gobernaciones en todo el país. De manera que y a pesar del ventajismo gubernamental y sus múltiples trampas, la vía electoral ha dado sus frutos concretos y ha sido un muro de contención para que los chaviduristas no se hayan adueñado de todo en el país. Todos y cada uno de los otros caminos aventureros-violentos, ensayados por los sectores extremistas de la oposición, han FRACASADO ROTUNDAMENTE. Los extremistas tienen 20 años fracasando y persisten en seguir por esa senda.
Ahora, lamentablemente para el país, el EXTRAORDINARIO TRIUNFO opositor en las parlamentarias del 2015 no fue administrado con humildad y sabiduría. Gracias a eso y otros factores los extremistas de siempre liderados por Leopoldo López, María Corina Machado, Julio Borges y Alberto Federico Ravell, principalmente, volvieron a tomar la batuta de la conducción de la oposición, al igual que lo hicieron en 2002 (con el golpe de Estado de Carmona «el breve»), el paro petrolero, la abstención 2005 (cuando se le regaló la AN al chavismo y ellos aprovecharon para nombrar a todos los poderes y empezar así a dominar casi todo en el país) y las terribles guarimbas 2014 (con saldos fatales en vidas humanas).
Esos sectores extremistas, locos, improvisados, profundamente mediocres y capaces de venderle el alma al diablo por llegar al poder «como sea» y «a costa de lo que sea» (como rezan sus eslogan), enviaron (o en todo caso lo permitieron) a jóvenes valientes, impetuosos y con justos deseos de cambio a una muerte segura al hacerles creer que con botellas, piedras, palos y escudos de cartón podrían enfrentarse a los cuerpos armados del Estado, quienes sin escrúpulo alguno, no vacilaron en detonar sus armas contra esos desafortunados muchachos que vilmente y convenientemente fueron utilizados como carne de cañón por los extremistas.
Pudieron evitarlo y no deliberadamente no lo hicieron, a pesar que muchos lo advertimos. Por el contrario les alentaron a hacerlo. La dura verdad es que los extremistas necesitaban que hubieran muchos muertos para llamar la atención del mundo y conseguir así el posterior apoyo que hoy tienen (con +50 países). Apoyo principalmente financiero, pero no para el pueblo venezolano que sufre, NO, sino para ellos, los dirigentes del extremismo fracasado, que no conforme con los muy graves errores cometidos hasta ese 2017, los cuales, junto a la siempre permisibilidad de los factores democráticos, nos desviaron del camino electoral que debimos seguir como fue el de continuar participando masivamente en cada uno de los procesos electorales posteriores al 2015 como alcaldías, concejalías y gobernaciones para luego en el 2018, teniendo cercado a Maduro, con la gran mayoría de los espacios de poder en manos de la oposición, disputarle la presidencia de la República con un candidato único y unitario.
Un candidato producto del consenso de todos los partidos de oposición y ganar dichas elecciones presidenciales de punta a punta. Esa real posibilidad de cambio, soportada en ser la gran mayoría con más del 75% del electorado adverso a Maduro, los extremista la echaron por la borda. Nos las cambiaron por fantasías como la invasión USA, entre otras.
Nos hundieron nuevamente en la absurda, inútil y fracasada abstención del 2018 para QUEDARNOS SIN NADA. Perdiendo así el chivo y el mecate. En 2019, continuaron con su seguidilla de errores garrafales, desperdiciando el inmenso caudal de apoyo popular que llegó a tener el diputado Juan Guaidó al principio de ese año. En su absurdo e inviable mantra del «cese de la usurpación» y lo demás. Nos llevaron del «sí o sí» al golpecito de los topochos verdes del 30 de abril, para seguir con el Tiar y sumar la joya de la corona en 2020 con el infame «Macutazo».
Paralelamente a todo ello, la solicitud de sanciones económicas que ya está completamente demostrado que solo afectan, colapsan al pueblo y no a Maduro. Y la constante súplica, diaria, a Donald Trump para que invada militarmente a Venezuela. Pero, lo peor de todo es que esos sectores extremistas del llamado G4 (no todos en el G4 debo aclarar) y de Vente Venezuela, no dan muestra de un mínimo de reflexión sobre los caminos de ABSOLUTO FRACASO por los que han llevado al país en estos 20 años. Nada de evaluar lo hecho.
Hoy, por enésima vez vuelven a pifiar anunciando su no participación en las parlamentarias de este año 2020 y el no reconocimiento del nuevo CNE nombrado por el TSJ y por ende del proceso electoral a que este convoque. Pero, lo cínico es que no dicen que el TSJ nombró a ese nuevo CNE porque ellos, los diputados del extremismo opositor en la AN, en 5 años no fueron capaces, no tuvieron la voluntad política para nombrarlo. Pudiendo hacerlo en varias oportunidades incluyendo los 4 últimos meses del 2019, cuando ni siquiera colocaron en la agenda de debates de la Plenaria de la AN la discusión del nombramiento del nuevo CNE (a pesar que que muchos se los exigimos en ese entonces) y tampoco en estos primeros 6 meses del 2020 con la excusa ridícula de que fue por la pandemia, como si no existieran Skype o Zoom.
Hoy, cuando el gobierno de Maduro, a quien llaman «burro» y aseguran que lo tienen «contra la pared», vuelve a mover MAGISTRALMENTE PARA HACER EL MAL sus piezas con la judicialización de los partidos AD, PJ y VP hasta ahora. Ante esa jugada la oposición extremista reacciona como el cuento de la gallina que se volvió loca pensando que el cielo se estaba cayendo. Corren para allá y para acá, en estado de shock ,con la brújula completamente perdida, sin saber qué hacer, actuando de manera reactiva y enviando el mensaje al pueblo de que «esto se jodió». Causando así más y más frustración en los venezolanos y ocasionando que se caiga nuevamente en la paralización total, en cruzarse de brazos a esperar un milagro o la fulana invasión USA. Y, por supuesto, llamando nuevamente a abstenerse. Con el agravante de manifestar que le darán continuidad administrativa a su periodo legislativo, el cual por mandato Constitucional culmina el 5 de enero del 2021.
Si aplican ese leguleyo «principio de continuidad», estarán claramente violando la Constitución y colocándose al margen de la ley. Convirtiéndose así en vulgares dictadores por permanecer en el poder sin participar en elecciones y ganarlas.
Es definitivo, hermanos venezolanos, hasta que los sectores democráticos del país no se decidan con VALENTÍA A ENFRENTAR A LOS EXTREMISTAS y retomar las riendas de la conducción de la oposición para volvernos al camino de la política, del diálogo, los acuerdos políticos con garantía internacional y el voto, que de paso es lo que nos recomiendan TODOS los países que conforman el globo terráqueo, (ninguno jamás a sugerido siquiera una vía diferente) incluyendo a los propios EEUU, habrá Nicolás Maduro y «revolución bonita» para rato.
@Joserioslugo