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Vida miserable…

28 de septiembre, 2020

Hace tan solo 22 años los venezolanos vivíamos en una nación llena de posibilidades. Un país que producía lo que consumía y que se encaminaba hacia el pleno desarrollo de sus potencialidades. Donde la vida del venezolano era envidiada por muchos pueblos de este y otros continentes. Sí teníamos problemas económicos y sociales: desempleo, desnutrición, pobreza, falta de mantenimiento en los servicios que prestaba el Estado, delincuencia, tribus judiciales y otros más. Pero, nada comparado con la VIDA MISERABLE que gracias al chavimadurismo hoy tenemos.

El chavismo o más específicamente el hoy chavimadurismo que lidera Nicolás Maduro, en tan solo 8 años, ha hecho retroceder a Venezuela, 100 años, colocándonos en la situación que tenía el país en 1920 y en algunos casos hasta más atrás en el tiempo. Claro que no fue a partir de la llegada al poder de Maduro, que comenzó la debacle en Venezuela. Esto se fue gestando, poco a poco, durante el periodo de Hugo Chávez Frías (1999 al 2012). Donde el país recibió los más altos ingresos de toda su historia por concepto de renta petrolera. Los cuales dilapidó por completo en corrupción, financiando a Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y exportando la “revolución” bolivariana al resto del continente y más allá.

Durante la época de Chávez, no se hicieron las inversiones que requería el país, no se construyó ni una sola nueva represa, no se le hizo el vital mantenimiento al sistema eléctrico, de agua y al Metro de Caracas. No se estimuló y ofreció créditos al sector privado de la economía. No se invirtió en la producción agraria, ni ganadera. Por el contrario, se expropió y persiguió a los productores agrícolas y a los empresarios. El campo fue abandonado. Aunque al venezolano se le vendía lo contrario.

Chávez engañó a todo un pueblo con su gran capacidad comunicacional y a punta de propaganda. Utilizando los postulados de la propaganda nazi ideados por Joseph Goebbels. Con su show de televisión de “Aló Presidente”. Haciéndoles creer al pueblo que conducía a Venezuela hacia el desarrollo, la producción y la prosperidad para todos, siendo todo lo contrario. Con políticas económicas improvisadas y anacrónicas sobre las cuales nuestros economistas advirtieron y por ello fueron satanizados, linchados en su reputación, difamados e incluso perseguidos.

Sin duda alguna, Chávez fue el “gran” precursor de la debacle nacional. Pero, igualmente sin que quede ninguna duda de ello, Nicolás Maduro ha sido el verdugo del pueblo venezolano que se ha encargado, a pasos agigantados, de la casi total destrucción de Venezuela y con ella de la vida de los venezolanos.

Maduro superó a Chávez en autoritarismo, ineptitud, represión y destrucción del país. En lo único que no lo pudo superar es en popularidad. Por el contrario, el rechazo y odio que ha cosechado Maduro en la población, hoy supera por largo el 80%. Y no es para menos, pues Maduro y su autoritario, corrupto, inepto y criminal gobierno ha destruido casi todo en el país: la economía, los servicios públicos, la infraestructura, el sistema de salud, la administración de justicia, la independencia de los poderes, las libertades ciudadanas, el empleo, el sector privado de la economía e incluso a los partidos políticos. A la oposición. Es muy hábil y eficiente para destruir.

Maduro ha convertido la vida de los venezolanos en algo MISERABLE. Sin luz, sin agua, sin gas, sin gasolina, sin Internet, sin transporte. Con la más alta inflación del planeta y los más altos índices de desempleo. Con la separación de las familias gracias a la migración de más de 6 millones de venezolanos que en búsqueda de una mejor calidad de vida para ellos y sus familias, han dejado aquí a: padres, hijos, hermanos, abuelos, tíos, primos, novias, esposas y buenos amigos. Se han llevado y han dejado un gran vació, un inmenso dolor.

Hoy ese pueblo que una vez apoyo incondicionalmente a Chávez y su revolución bolivariana, hoy se vuelca a las calles de todo el país, contra el heredero político y del poder de Chávez, Nicolás Maduro. Quien se aferra al poder y en vez de ofrecer soluciones concretas, salidas a esta crisis de su autoría, reprime salvajemente a ese pueblo que en medio de su indescriptible desesperación sale a protestar exponiendo su vida. Vida que ya no se le puede llamar así, porque hoy gracias a Maduro solo puede recibir el nombre de SUFRIMIENTO EXTREMO.

Frente a este panorama la oposición está ausente. Incapaz de reconectar con ese pueblo acompañándolo, llevándoles un mensaje de esperanza, de aliento y de propuestas concretas para dar soluciones a los múltiples problemas a los cuales se le suma la pandemia. El extremismo opositor hoy desde Miami y desde las redes sociales atiza, celebra y espera que la violencia de un pueblo enardecido inunde todas las calles del país.

En función de eso han venido trabajando con la administración Trump desde 2017. En aplicar sanciones económicas a Venezuela que solo afectan al pueblo y no a Maduro. Su objetivo es contribuir con las sanciones al colapso total del país, al máximo ahogo posible del pueblo, que es el único afectado por las sanciones, para que éste en su desesperación explote y salga a derrocar a Maduro. La oposición cubana radicada en Miami lleva más de 60 años en esa espera. Hay que vernos en ese espejo.

Hoy esa oposición que ha demostrado ser tan autoritaria, inepta y hasta criminal (pues saben muy bien que las sanciones que solicitan contribuyen a matar al pueblo) como Maduro, se adelanta a destapar las botellas de champán, en Miami, al tiempo que dicen “Ya Maduro está listo, lo tenemos a punto de caer”.

Otro sector de la oposición, aunque democrático y provoto se ha entrampado en solicitar la suspensión de las elecciones. Imagínese usted “Hasta que mejoren las condiciones del país”. Pero, todo indica que sin los acuerdos necesarios, esas condiciones país lejos de mejorar empeorarán más y más en 2021, incluyendo lo relativo a la pandemia.

Parecen estar también en un letargo y no percatarse que éste es el peor momento de Maduro y del chavimadurismo. Que hoy con lo que estamos viviendo los venezolanos casi nadie votará por Maduro, ni siquiera el llamado voto duro que era del 20% y que las encuestas ya reportan que ha caído a menos del 12% de la población. Sin duda alguna, es éste el mejor momento para participar en las elecciones parlamentarias este 6D y no en 2021. Es un garrafal error pedir la suspensión de las elecciones. Ello muestra miopía política y falta del sentido de la oportunidad política que existe en algunos partidos y dirigentes. Ojalá esos sectores democráticos reevalúen su posición, reflexionen y sobre todo rectifiquen.

Es el momento de reconectar con el pueblo y hacerle ver que la mayor, mejor y más efectiva protesta, que la mejor forma de drenar la INMENSA ARRECHERA y FRUSTRACIÓN que siente el pueblo es CASTIGANDO a este gobierno al VOTAR MASIVAMENTE EN SU CONTRA. ¿Qué esperamos? ¡”Manos a la obra…”!

@joserioslugo

 

El Reporte Global, no se hace responsable de las opiniones emitidas en el presente artículo, las mismas son responsabilidad directa y exclusiva de su autor. 

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