
2 de octubre, 2022
Por: Rodolfo Godoy Peña
Esta semana se llevó a cabo en Caracas un evento rebosante de pura venezolanidad que pasó desapercibido por esa insana costumbre que anida desafortunadamente en muchos venezolanos que los lleva a mirar con lente catastrófico todo lo que tenga que ver con Venezuela. Han logrado confundir a Venezuela con su gobierno y sienten que eso les permite hablar mal de todo lo que tenga que ver con el país, cuando lo que quieren es despotricar contra Nicolás Maduro.
En todo caso me atrevería a afirmar que esa perturbadora actitud tiene otro fin, muchos de mis coterráneos están convencidos de que mientras más se haga hincapié en todo lo malo del país y se culpe al gobierno de ello, esa será una estrategia eficaz para “debilitar” a Maduro frente a sus electores, aunque al final deban admitir que esa práctica no funciona.
Lo más lamentable es que a lo largo de todo ese proceso – al calor del odio cainita – muchos compatriotas van deplorando de nuestro gentilicio y se privan de sentir el orgullo de ser venezolanos, de admirar a gente buena que hace patria todos los días y de maravillarse de muchas cosas estupendas que le suceden a Venezuela, enfocados en refocilarse en lo peor.
El encuentro en el Palacio de Miraflores fue convocado con ocasión de la imposición de la “Orden Libertadores y Libertadoras de Venezuela” en su primera clase a destacados venezolanos en las áreas de la música, de la ciencia, el cine y las letras. Todos los que fueron galardonados son una significativa muestra de nuestra cultura, de nuestra idiosincrasia y de lo que significa ser venezolanos; y, sin ninguna duda, fue un acto muy oportuno y tempestivo pues muchos de los que fueron festejados están en la recta final de sus vidas. Hombres y mujeres que desde sus trincheras han ido sumando a nuestra propia identidad nacional.
En ese elenco de maravillosos venezolanos se encontraban la centenaria Dra. Evelia Monascal, farmaceuta y soprano fundadora junto al maestro Antonio Estévez del Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela; el poeta, artista plástico y critico guariqueño Juan Calzadilla, premio nacional de Artes Plásticas; y el merideño Román Chalbaud, dramaturgo, director de teatro y cine y quien es uno de los máximos exponentes del séptimo arte en el país.
Fueron merecidamente premiados, también, el artista plástico Juvenal Ravelo, propulsor de la corriente denominada “Arte de participación en la calle” desde el cinetismo donde se procura la integración del arte desde una perspectiva ética referida a la función de la comunicación en la construcción del bien común; Aura Rivas, fundadora de la Compañía Nacional de Teatro de Venezuela y del Centro Cultural Coyoacán en México, actriz de teatro, cine y televisión pionera de la televisión venezolana; y Gualberto Ibarreto, músico cultor de los ritmos del oriente de Venezuela.
Figuraban igualmente en ese cuadro de honor el Dr. Jesus Sevillano, médico caraqueño, tenor, fundador de la agrupación Quinteto Contrapunto; la pianista Guiomar Narváez, principal intérprete de las obras del maestro Inocente Carreño; Dilia Waikkarán, actriz productora de teatro y televisión, referente de las telenovelas en la época dorada de ese género; Yorlando Conde Villamizar, dramaturgo, director, precursor del teatro obrero venezolano; la antropóloga Dra. Iraida Vargas, autora e investigadora de las más completas obras en los campos de la historia, la etnología, arqueología y antropología para analizar la cultura venezolana; e Iván Pérez Rossi, ingeniero, músico y cantante, miembro fundador de la agrupación Serenata Guayanesa.
Asimismo, engalanaron el acto la Dra. Carmen Bohórquez, licenciada en Filosofía, egresada de la Universidad del Zulia con mérito Suma Cum Laude, con estudios superiores en la Universidad de Michigan en los Estados Unidos, donde obtuvo su maestría en Filosofía y doctora en Historia en la Universidad de La Sorbona, referente de la investigación histórica en Venezuela; Jesus Bernardo Sanoja, compositor, arreglista, director, investigador formado en Venezuela, Alemania y Suiza, responsable de la composición y arreglo musical de muchas emblemáticas películas del cine nacional; y el miembro de número de la Academia Venezolana de la Lengua Dr. José Ramos Guedes quien es historiador, escritor y profesor universitario con fundamentales ensayos sobre la influencia de la esclavitud y de la raza negra en la conformación de la identidad nacional.
Finalmente integraban el lúcido elenco los músicos Lilia Vera, cantante de música popular venezolana; el llanero Vidal Colmenares, uno de los principales exponentes de la música recia, y Francisco Pacheco, músico e investigador de la música de la región costera central de Venezuela.
Todos estos hombres y mujeres “hechos en Venezuela” representan una importante suma de venezolanidad y son un ejemplo incontestable de ese amor por el país que los movió – y todavía mueve a algunos de ellos – a seguir creando en su campo del quehacer humano a pesar de los estragos de la edad: haber podido escuchar esa tarde al maestro Sevillano, postrado en una silla de ruedas y con más de noventa años a cuesta entonar “Fúlgida Luna” acompañado por el Orfeo Universitario con la melodiosa voz que lo caracteriza -y que el tiempo no ha podido doblegar- supuso toda una muestra de lo imperecedero que puede ser el legado de cualquiera de estos venezolanos que fueron honrados como referentes culturales del país.
Es innegable que fue un acierto del gobierno venezolano haber laureado a estos ilustres compatriotas en vida ya que no deja de ser un poderoso mensaje ver reunidos tantos “años” de cultura, tradición e historia de nuestro país. Y es que a fin de cuentas no fue solamente un homenaje a cada uno de ellos sino que fue al mismo tiempo una llamada poderosa a las nuevas generaciones a seguir el ejemplo de amor y dedicación por Venezuela de estos venezolanos excepcionales que han contribuido al engrandecimiento de la patria a través de la construcción de su identidad y de nuestro buen gentilicio, ese que “ama, sufre y espera” mientras que canta, recita y crea.
@rodolfogodoyp
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