
14 de agosto, 2022
Por: Rodolfo Godoy Peña
El mitológico fundador del reino de Corinto -hombre inescrupuloso, manipulador, falaz y temerario quien intentó engañar a los dioses- fue condenado por toda la eternidad a empujar una pesada roca por la ladera de una montaña empinada de modo que cuando estuviera a punto de coronar, de llegar a la cima, la gran piedra caería hacia el valle por su propio peso para que él nuevamente volviera a subirla en una repetición sin fin.
Dice Camus en “El mito de Sísifo” que “pensaron (los dioses), con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”, y parece que este mito también sirve para explicar la situación de la oposición venezolana. En los grupos políticos venezolanos que antagonizan con el gobierno de Maduro se da esta repetición de acciones improductivas y sin ninguna expectativa de éxito que mantiene atrapados a los dirigentes opositores en un bucle aciago y pernicioso; y es que los abrojos de la política parecen superarlos y -al igual que el hijo de Eolo y Enareta- viven invariablemente con la vana ilusión de creer que ejecutando las mismas acciones con idénticas premisas equivocadas e irreales lograrán llegar a la cúspide pero, evidentemente, acaban despeñándose por la ladera condenados a volver a iniciar el fatigoso trabajo.
En febrero de este año publiqué un análisis «México lindo y querido» sobre las rondas de negociación entre el gobierno y la oposición del G4 en Ciudad de México bajo el auspicio del reino de Noruega, en el cual afirmé que esa negociación ya no se llevaría a cabo. Hoy, transcurridos siete meses desde aquella publicación, puedo afirmar que las variables han cambiado fortaleciendo todavía más mis impresiones aunque, lastimosamente, ese sector de la oposición continúa atrapada en su “síndrome” incapaz de generar un análisis sosegado y realista de los cambios en el escenario, y por lo tanto, condenada irremisiblemente a fracasar.
No cabe ninguna duda que la posición del gobierno venezolano ha mejorado sustancialmente en el plano internacional ya que dejó de ser un paria en el “mundo occidental” para empezar a fungir como un actor repotenciado en la política energética mundial a raíz de la invasión rusa a Ucrania. Y es que ese sujeto por cuya cabeza se ofrecía una recompensa tal cual se hacía con los bandoleros del lejano Oeste, es ahora el mismo personaje a quien el “sheriff” le ha pedido varias veces reunirse en Miraflores para aliviar la crisis energética mundial: el presidente Maduro dejó de ser para Estados Unidos y para sus aliados un vulgar cuatrero para convertirse en el administrador de las reservas probadas más grandes del planeta de un recurso que es vital para la estabilidad global; es decir, que el gobierno venezolano mutó de ser una “…inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos…” a convertirse – para la antes “amenazada” – en un elemento importante en su intento de sostener su hegemonía mundial.
Maduro superó en permanencia a todos los gobiernos latinoamericanos que lo adversaban quedando en pie solamente Brasil, aunque ya se barrunta un giro “petriano” en el coloso suramericano hacia el gobierno venezolano.
La presión internacional ejercida por Estados Unidos contra Maduro se ha disuelto -llámese OEA o llámese “Grupo de Lima”- y hoy todas las economías importantes de América Latina están en manos de la izquierda; y aunque en Brasilia hay un gobierno de derecha es obvio que la administración de Bolsonaro adversa abiertamente a lo que él considera el gobierno de “izquierda” de Biden, por lo cual con la salida del presidente Duque del Palacio de Nariño terminó la única amenaza internacional que tenía el gobierno.
Este vuelco copernicano ha quedado de manifiesto con los aliados de la “revolución” venezolana, quienes han fortalecido su posición de contrapeso frente a la hegemonía de los Estados Unidos. Si algo se hace indudable es que China, Rusia e Irán están haciendo sentir su nuevo papel en el nuevo orden mundial y el gobierno venezolano lo sabe y por eso da pasos decididos hacia el fortalecimiento de esas relaciones frente al evidente deterioro de la supremacía norteamericana en el mundo; y cómo muestra de ello están a la vista todos los nuevos acuerdos económicos, energéticos, militares o agrícolas que ha suscrito Venezuela con esas naciones, con el “eje del mal”.
Es tan incontestable el fortalecimiento de la posición del gobierno venezolano que apenas luego de tres meses de haber acordado enviar crudo a través de ENI y REPSOL – permiso norteamericano de por medio – y por los cuales PDVSA no cobraba sino que servían como mecanismo de compensación de deudas y así aliviar la situación energética dramática de Europa, ahora Caracas ha informado que ese convenio queda interrumpido y que hay que revisarlo porque los europeos deben pagar por el hidrocarburo. O pagan por el petróleo, o se acaba el suministro.
Todos estos eventos demuestran la irrealidad en la cual persiste la oposición venezolana, particularmente la agrupada en el G4 pues para el gobierno de Maduro está muy claro que su contraparte en una posible negociación es directamente la Casa Blanca; y es porque esa oposición no tiene nada que ofrecer -o con lo cual amenazar la estabilidad de Venezuela- ya que ese papel de preponderancia que alguna vez tuvieron, siendo amanuenses del gobierno norteamericano, se ha visto diluido al punto de extinción por los vaivenes de la administración norteamericana y los cambios en su política tanto interna como exterior.
Esa lucha de posiciones entre Caracas y Washington es de cada una con su “real” contraparte en esa negociación: mientras que por aquel lado extraditan a Alex Saab y retienen el avión en Argentina, por este lado se preparan ejercicios o juego militares con Rusia y con China, y se le conceden grandes extensiones de tierras a Irán para su explotación agrícola. A este nivel la oposición del G4 no es más que una “convidada de piedra” a pesar de que esta no se haya enterado y siga subiendo la roca por la montaña clamando por una negociación que no se va a producir.
Se avizoran nuevos episodios del “síndrome de Sísifo” en la oposición con el ritornelo de la unidad o el candidato único y las primarias porque está intentando “poner la carreta delante de los caballos” y le sucederá que como al mítico personaje, volverá a estar condenada de manera impepinable a cargar desde la base la piedra mientras no empiece a actuar conforme a lo que la realidad le demanda.
Hay esperanzas sin embargo de romper con este derrotero trágico pues la oposición venezolana a diferencia del corintio no está predestinada por obra de los dioses sino por efecto de su propia incompetencia: del maleficio no se puede salir, pero de la contumacia sí.
@rodolfogodoyp
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