
15 de septiembre, 2022
Por: José Antonio Gil Yepes
Los reconocimientos a la Reina Isabel II más repetidos se refieren a su contribución a la “Unidad, Concertación y Paz” de la Gran Bretaña y el Commonwealth. Estos halagos coinciden con las funciones de las monarquías propuestas por los tratadistas.
Otra función muy escuchada alrededor de los reconocimientos a la Reina Isabel II es su representación o testimonio de los grandes valores nacionales. Estos valores, aparte de los tres ya señalados, se refieren a la ética y la moral.
¿Por qué resaltan tanto quienes desempeñan estas funciones? La respuesta está en que el promover esos valores es lo excepcional y no la regla en las sociedades modernas debido a que el proceso de modernización se caracteriza por el crecimiento del número de personas, de la densidad o conectividad entre ellas y de la complejidad del tejido social por diferenciación o especialización de funciones e intereses entre esas personas. De la especialización y complejidad de funciones depende la capacidad de cada sociedad de generar excedentes en bienes, tales como alimentos, etc. Pero, la división del trabajo sólo le permite a la sociedad moderna ser más efectiva y eficiente, si sus sectores e intereses logran sumarse o complementarse. Es decir, que una división del trabajo sin concertación de sectores implica una amenaza: la desunión y el conflicto; por ejemplo, Venezuela.
Se supone que Los congresos o asambleas nacionales son mecanismos de agregación de intereses: Hay que ponerse de acuerdo para aprobar una ley. Pero dichos congresos escasamente representan a nadie más allá de los partidos políticos y entre dichos partidos no es la unión, ni la concertación y la paz lo que priva; a menos que aparezca un partido dominante que se imponga sobre los demás, pero imposición no es concertación ni paz. Otra institución de la sociedad moderna que pudiera jugar una función agregadora es representada por los partidos policlasistas. Pero si vemos, por ejemplo, a los partidos policlasistas en latinoamérica, como AD, COPEI, el PRI mexicano, el APRA en Perú, etc., no han sido ejemplos de agregación de intereses sino partidos mayoritarios dominantes, conductores de partidocracias. Peor, los partidos monoclasistas, como los de extrema izquierda, comunistas, el PSUV en Venezuela, o partidos de extrema derecha, fundamentan sus proclamas y acción en excluir a algún sector de la sociedad para, además, justificar su dominación; a lo nazi.
En suma, en las sociedades modernas los intereses, funciones e instituciones que restan o dividen superan con creces a las instituciones que suman o agregan intereses. De allí el aporte de las monarquías. No, no son superfluas, si juegan su papel de agregadores de intereses. El que existan monarcas pervertidos, es otro problema; al igual que existen políticos, sindicalistas, empresarios y religiosos pervertidos. Pero eso no quiere decir que sus roles formales no jueguen un papel necesario.
Los Consejos de Ancianos, todavía existen entre sistemas tribales federados, son otra institución que surgió en sociedades ya no tan primitivas, cuando diversas tribus entraron en contacto unas con otras y tuvieron que escoger entre hacerse la guerra para dirimir sus diferencias o configurar una instancia con legitimidad para resolver sus disputas. Los ancianos escogidos por cada tribu analizan los hechos y toman una decisión que castiga al malhechor y restituye al agraviado. Estos Consejos de Ancianos fueron tan relevantes que Benjamin Franklin se inspiró en ellos en sus contribuciones a la redacción de la Constitución de los Estados Unidos.
¿Qué podemos hacer nosotros para poder contar con una institución que privilegie las funciones de promover la unidad, concertación y paz? Luce imposible regresar a una monarquía; aunque, si aceptamos lo que antecede, no estaban locos ni que eran todos unos adulantes quienes se la propusieron a Simón Bolívar. Entonces nos queda la opción de un Consejo de Ancianos modernizado. El aporte de la ancianidad es que atempera las pasiones, acumula experiencia y, a partir de los sesenta años, los lóbulos derecho e izquierdo del cerebro pueden funcionar de manera más integrada y, por lo tanto, tomar mejores decisiones. El aporte de la modernidad es crear una Asamblea Sectorial en la cual estén representados, por partes iguales, los sectores que representan la división del trabajo, tales como el empresarial, obrero, religioso, sociedad civil, educacional y salud, etc. Los partidos ya están representados en la Asamblea Nacional, la cual tiene una composición regional y partidista. Esta Asamblea generaría las leyes y éstas serían revisadas y aprobadas definitivamente por la Asamblea Sectorial bajo el principio central de que toda ley debe incidir en costos y beneficios de la manera más justa posible en todos los sectores. Es decir que la Asamblea Sectorial o Consejo de Ancianos Moderno estaría encargada de velar por la unidad, la concertación y la paz.
@joseagilyepes
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