
27 de octubre, 2020
Como muchos lo hemos manifestado, desde hace más de un año, el extremismo opositor venezolano representado por: Leopoldo López, Julio Borges, Juan Guaidó, Alberto Federico Ravell, Antonio Ledezma, Carlos Vecchio y otros dirigentes del G4 como Henry Ramos Allup terminará, sin duda alguna, por establecer un gobierno en el exilio.
Ese objetivo lo tienen muy claro. Ese sector de la oposición asumió desde hace tiempo que debe ser la comunidad internacional la que se encargue de “liberar” al pueblo venezolano del gobierno autoritario del presidente Nicolás Maduro. Con un “No podemos solos” dejan en claro su incapacidad para enfrentar y resolver desde el accionar político endógeno la situación de crisis que vive Venezuela.
Se embarcaron y embarcaron al país, desde hace 22 meses, en un mantra sobre el cual no tenían, ni tienen hoy la menor idea de cómo llevarlo a la realidad. Dijeron que todas las cartas estaban “sobre la mesa y debajo también” pero, la realidad es que entre todas esas cartas no está la del voto. Esa carta simplemente la escondieron para quedarse solo con las de la intervención militar extranjera, las sanciones, el golpe de Estado, la contratación de mercenarios y la inútil abstención.
Satanizaron el diálogo y la negociación, así como el voto como vías para lograr una transición del poder en Venezuela. Sin embargo, a escondidas y con agendas que solo ellos conocen, el extremismo opositor se reúne constantemente con el gobierno de Maduro, pero no para llegar a acuerdos en función de ayudar, de mejorar la calidad de vida de los venezolanos sino para a cambio de quién sabe qué cosa obtener concesiones puntuales para ellos en lo individual y grupal.
Se dedicaron a destruir, a linchar la imagen pública de los dirigentes y partidos políticos que hacen uso de las herramientas democráticas para buscar solucionar problemas y una salida en paz como es el caso de los que integran la Mesa de Diálogo Nacional, llamada despectivamente “mesita” Factor de la oposición que se niega a concebir otra forma de lucha por el cambio que no sea democrática.
La salida de Leopoldo López del país, gracias a una negociación que involucra al gobierno de Maduro, el de España y el de Trump es claramente el preludio de la conformación, en 2021, de ese gobierno en el exilio que siempre ha formado parte esencial de sus objetivos.
Hoy, poco o nada le importa al Lelo-Guaidosismo-G4 la desconexión casi total que tienen como dirigentes políticos con el pueblo venezolanos, con sus problemas, necesidades y anhelos. Están convencidos que para el logro de su objetivo de sacar a Maduro del poder no necesitan contar con el pueblo venezolano, les basta solo con el apoyo de los + 55 países, que por cierto y al parecer ya no son casi 60 sino mucho, mucho menos.
Su actuación revela que para ellos el pueblo no es importante, solo el apoyo de la comunidad internacional. Obviando la realidad de que ningún gobierno en el exilio, en la historia del planeta ha logrado sobrevivir para convertirse en poder real en el territorio del país del que aseguran ser gobierno.
El extremismo opositor se condenó así mismo a correr la misma suerte de la oposición cubana en Miami, desconectarse por completo del pueblo y no llegar jamás a ser poder real en Venezuela.
Pero, los venezolanos que estamos y seguiremos aquí no renunciamos a dar la pelea en el país. Entendemos que la salida a esta crisis está en nuestras propias manos y no en la de terceros. Sabemos que la única posibilidad real de una transición como sucedió en Polonia y en Chile es a través de la negociación política y la vía electoral. A eso apostamos.
Por eso y conforme a dichos objetivos es que se hace fundamental, VITAL votar este 6 de diciembre y contar en 2021 con una nueva Asamblea Nacional que reinstitucionalice al país y logre llegar a los acuerdos que se requieren por y para el bienestar del venezolano. Así como reorganizar a la oposición y reiniciar el camino de la recuperación de los espacios de poder que permita ir cercando al gobierno y en elecciones, con el voto masivo desplazarlos del poder.
La oposición extremista seguirá por su parte en la política de la mula, terca en sus métodos, tropezando indefinidamente con la misma piedra y saboreando el amargo sabor del fracaso, al que ya están habituados.
@joserioslugo
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