
24 de octubre, 2021
Por: Rodolfo Godoy Peña
Esta semana hubo conmoción en las redes sociales y en los medios de comunicación en Venezuela pues, por fin, luego de muchos capítulos y de imaginarios aviones que transitaban la ruta Cabo Verde – Miami, el señor Alex Saab, llegó a territorio norteamericano para ser enjuiciado. Está acusado en este país de lavado de activos en una causa iniciada desde el 2018 por contratos ejecutados para el gobierno venezolano. Fue apresado, circular roja de interpol mediante, en África.
El Sr. Saab está imputado por la justicia norteamericana por el uso del sistema financiero norteamericano para el lavado de dinero proveniente de supuestos actos de corrupción a partir del año 2004 y, según los que se dicen enterados, este denostado ciudadano colombo-venezolano estuvo involucrado en la construcción de viviendas, y en la importación de alimentos y de gasolina con destino a Venezuela.
Por su parte el gobierno venezolano alega en defensa del Sr. Saab que se le encauzó por haber burlado a favor del pueblo venezolano las sanciones unilaterales impuestas por el gobierno norteamericano. Es decir que, según afirma la prensa oficial, Alex Saab ayudó a Venezuela en la importación de bienes esenciales eludiendo las injustas sanciones de manera que se podría afirmar que, sin esas penas políticas extraterritoriales, el Sr. Saab sería solamente un comerciante caído en desgracia por un juego geopolítico del dispositivo de inserción de Venezuela en la esfera del gigante del Norte. A pesar de lo que parecía una historia de nunca acabar la extradición finalmente se consumó en el preciso momento en el cual la Mesa de Negociación instalada en México entre el gobierno venezolano y la oposición radical se disponía a iniciar la tercera ronda de conversaciones, reuniones que fueron suspendidas por el gobierno venezolano con motivo de este evento.
Sin entrar a ahondar aquí en la ilegalidad de las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro norteamericano contra varios países del planeta – ineficaces en todos los casos previos -, y que son aplicadas con la clara intención de fomentar cambios de gobierno insumisos a los intereses norteamericanos acelerando su colapso “…aunque produzca (para los pueblos) un periodo de sufrimiento mayor por un periodo de meses o años”. Brownfield dixit, más que con el propósito de hacer escarmiento ejemplar de persecución del delito.
También es cierto que los delitos imputados al Sr. Saab son anteriores a la aplicación y eventual violación a las sanciones; porque, en todo caso, de lo que se le acusa es de haber usado el sistema financiero norteamericano para el pago de sobornos y coimas a funcionarios venezolanos corruptos desde el 2.004.
A raíz de su extradición se ha desatado en redes sociales y medios de comunicación opositores la creación de unas expectativas sobre el daño que le harían las declaraciones de Alex Saab al gobierno de Nicolás Maduro, con la esperanza de que sus supuestas “revelaciones” contribuyan decididamente a su caída, expectativa por lo demás nada nueva dentro del redil comunicacional venezolano con epicentro en Miami, ya que eventos similares fueron vividos con los “sobrinos”, con el Sr. Andrade y con el Gral. Figuera; pero es obvio que siempre todo termina en decepción y que no resulte como lo anhelan, es decir, que estos eventos con personas ligadas o con familiares de la cúpula gobernante del país lleven al deseado derrumbamiento del gobierno.
Para un país donde su gobierno ha sido acusado a lo largo y ancho del planeta de “todos” los delitos posibles, en nada suma que algunas personas declaren sobre los mismos. Por ejemplo: a pesar de que desde hace años en todos los informes anuales de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se establece claramente que Colombia es el líder de la producción de cocaína y que va incrementando su producción, y que la ruta para sacar la droga es el Pacifico donde la trafican hacia Honduras o Guatemala para traerla a Estados Unidos que es el primer consumidor de drogas, se sigue acusando a Venezuela de país “narco”, por lo cual cabe la pregunta: ¿Qué elementos inculpatorios podrían haber sumado las declaraciones de los sobrinos Flores a esa causa que ya estaba prejuzgada en contra de toda evidencia razonable?
Lo mismo sucede con el caso del Sr. Saab porque en Venezuela se ha acusado a casi todas las personas que ha trabajado para los gobiernos de los presidentes Chávez o Maduro de cualquier delito, y esto ha sido potenciado por las grandes cadenas de noticias con la intención de desacreditar al gobierno venezolano, exponiéndolo como una cáfila de malhechores a los que cualquier conducta delictual les calza. Ha llegado a tal extremo que, como si del Lejano Oeste se tratase, pesan sobre las cabezas de los jerarcas bolivarianos recompensas millonarias por su captura, razón por lo cual no queda claro en qué podrían empeorar al gobierno venezolano las eventuales declaraciones del Sr. Saab sobre la corrupción si ya están todos condenados anticipadamente por la misma justicia que los procesará.
Lo que si revela consecuencias es la suspensión de la negociación en suelo mexicano como primera reacción por parte de Nicolás Maduro, alegando que el Sr. Saab es un diplomático venezolano y que el gobierno de los Estados Unidos lo tiene secuestrado. Y esto es natural pues parece quedar claro que en México no es la oposición la que está negociando, ya que evidentemente no tienen nada que entregar, ni como forzar a su contraparte a ceder: esa oposición no es más que un paripé.
La negociación en México es entre gobiernos, el venezolano y el norteamericano, y son obviamente con el fin de ir avanzando en el alivio de las sanciones porque ya la Unión Europea ha cambiado el guion y muestra de ello es la Misión enviada para las elecciones del 21 de noviembre. En todo caso, la oposición que verdaderamente le interesa al gobierno es la que participa con más de 60 mil candidatos en las elecciones regionales.
La otra reacción del gobierno venezolano fue en el plano judicial suspendiendo acto seguido de la extradición la medida de arresto domiciliario a los “seis de Citgo” porque el gobierno venezolano cada vez que lo necesita hace alarde de su capacidad de violar el principio democrático de la separación de poderes. Al igual que es correcto asumir que el proceso iniciado por la Fiscalía y por el poder judicial norteamericano no es sujeto de adecuarse a una negociación del poder ejecutivo norteamericano en respeto a la separación de poderes, también es evidente que Nicolás Maduro “toma” venganza del gobierno norteamericano en cabeza de sus ciudadanos detenidos en Venezuela violando un principio fundamental del Estado de Derecho.
Pero esto no es nuevo, ¿cuantas veces no hemos presenciado en Venezuela la “liberación” de personas como moneda de cambio para la negociación? En una democracia robusta los poderes están separados; en cambio, en Venezuela, el Ejecutivo demuestra cada vez que lo necesita que interfiere sin limitaciones en las decisiones del poder judicial sin ningún rubor. Lo de Saab y Citgo parece el intercambio de rehenes.
Venezuela debe avanzar hacia el rescate de una democracia sólida en la cual el poder Ejecutivo no manipule, interfiera o use al poder Judicial como sistema de presión político; y uno de los primeros y más importantes pasos para que esta realidad se acerque es la participación masiva en las elecciones de noviembre. Los venezolanos tenemos la oportunidad de ir cambando nuestra historia, poco a poco, ya que, como solía repetir el Libertador, “Dios concede la victoria a la constancia”.
@rodolfogodoyp
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