La oposición en su laberinto

19 de agosto, 2022

Por: José Ríos Lugo

¿Qué deben hacer las oposiciones si de verdad quieren convertirse en una alternativa de poder frente al chavimadurismo?

Lo primero, los dirigentes políticos deben anteponer los intereses supremos de Venezuela, a sus apetencias personales, sectoriales y partidistas. Esto suena a un cliché gastado, es verdad, pero, resulta que es y será la clave para poder lograr un cambio en el país. Sin eso no será posible.

Las oposiciones (todas) siguen perdiendo el tiempo al no trabajar en lo realmente necesario; lo fundamental para poder convertirse en alternativa REAL de poder y ganar las elecciones presidenciales de 2024 (o antes, en la fecha que coloque el CNE, para lo cual deben estar preparadas)

Las primarias son una pérdida de tiempo. No ofrecen solución real al verdadero y principal problema de la oposición; la profunda división existente. Por el contrario, estás por ser excluyentes y sectarias, además de ser manejadas solo por el G4, crearán más división, rencillas y heridas. De manera, que el candidato que surja de ellas, no contará con el apoyo de toda la oposición y por ello estará destinado al fracaso. No se pueden imponer candidatos a todo un país, bajo el cuento de que surgió producto de unas primarias. Al final, la gente votará por el que considere conveniente, no por uno impuesto.

Las oposiciones que tenemos  

En la oposición, por un lado, tenemos al G4, que se autodenomina “La verdadera oposición” con lo cual excluye a las otras fuerzas opositoras acusándolas de: “Traidoras” “Colaboracionistas” “Alacranes” “Cohabitadoras con el régimen” entre otras etiquetas, epítetos y descalificaciones. Mientras eso siga así, no es posible ningún tipo de acuerdo, ninguna unidad. El reconocimiento y respeto mutuo es esencial.

Por otra parte, tenemos a los partidos que conformaron la Alianza Democrática y otros, cual pecado es no mostrar con energía, con firmeza su condición de opositores al gobierno. Lo que hace que algunos desconfíen de estos y piensen que son “sumisos y serviles al gobierno”. “No basta con ser, también hay que parecer”. Sus posiciones ante el gobierno son timoratas y sufren de un exceso de moderación. “Bueno es cilantro, pero no tanto, compadre”

Y finalmente, estaría la oposición “extremista” liderada principalmente por María Corina Machado, siempre divisionista al creerse “estar por encima de Dios y el diablo” y cuyo único planteamiento como solución a los problemas del país es, o un golpe de Estado o una invasión militar extranjera que deponga el gobierno de Maduro. Cosas que son muy poco probables que sucedan. Además de que traerían más muertes y traumas, por lo cual, “Peor puede ser el remedio que la enfermedad”

En medio de todo este cuadro opositor está el llamado “gobierno interino” de Guaidó y sus acólitos, el cual, el G4 persiste en el “grave error” de mantener a pesar que ya la mayoría de los venezolanos, según los estudios de opinión, reconocen como “un parapeto inútil y gran foco de corrupción”. Insisten en su existencia, porque entre otras cosas, las organizaciones políticas que forman el G4, perciben cuantiosos recursos económicos externos gracias a la existencia de ese “elefante blanco”

Este panorama opositor, sin duda alguna, “le enfría el guarapo” al más pintado, al más optimista. Las posiciones de unos y de los otros parecen irreconciliables. Solo un ejercicio de grandeza política de los dirigentes de cada sector opositor apartando sus egos, viejas rencillas, intereses individuales, sectarios y partidistas para colocar los urgentes y supremos intereses de Venezuela por delante, lograría el milagro de la “unidad de propósito” necesaria en la oposición para poder lograr un cambio en paz, en Venezuela. Pero, esa dirigencia política, TODA, ha demostrado, una y mil veces, que adolece de esa grandeza y que por el contrario, está impregnada de miseria humana.

Lo obvio por hacer

En segundo lugar de prioridades, con miras a las presidenciales del 2024, estaría el desarrollo de un proyecto país incluyente producto del consenso, en el que se vean reflejados la gran mayoría de los venezolanos permitiéndoles creer que sí es posible un cambio y sacar al país delante de manos de la oposición. Pero, en eso no se está trabajando, por lo menos no consensuadamente, sino cada quien en su parcela.

En tercer orden, estaría, ya sí, lo del candidato, el cual, debería salir no de unas primarias excluyentes, sectarias y manejadas solo uno de los factores de la oposición, sino que dicha candidatura o candidaturas, por aquello de las inhabilitaciones, tendría que ser conforme a un gran consenso entre todos los sectores de la oposición, o de la mayoría de estos.

El candidato, con el apoyo firme de toda la oposición, debe ser capaz de despertar en la gente el entusiasmo necesario y la confianza que el pueblo perdió en la dirigencia política, por tantos engaños de torpezas, errores y desaciertos de una clase política con la brújula completamente perdida. Debe lograr inspirar a la gente. Y motivarles al voto masivo. Claro que no es una tarea única y exclusiva del candidato, sino de toda la dirigencia como si fueran uno solo.

Como cuarto factor, estaría la estrategia, entre la que se cuenta lo relativo a los testigos de mesa y a la defensa del triunfo, de haberlo, en las calles de todo el país. Pero, la estrategia abarca todo, incluso lo referente al acercamiento a las Fuerzas Armadas Bolivarianas y al chavismo disidente.

No hay que ser un superdotado, ni adivino para evidenciar que son estas, a grandez rasgos, las medidas y acciones que las oposiciones deberían acometer si es que en verdad quieren tener alguna oportunidad real de triunfo en 2024, y si realmente les interesa el país.

Respecto a esto último tengo mis dudas razonables…

 

@joserioslugo

 

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