
30 de septiembre, 2021
Por: Julio César Pineda
Recientemente entrevistábamos en nuestro programa Brújula Internacional en Globovisión al profesor Franco Fiumara, intelectual, juez y profesor universitario de la República Argentina y nos señalaba que permanentemente a pesar de las diferencias de los gobiernos en su país, siempre hubo una diplomacia y política exterior y una diplomacia de defender como territorio de la política argentina a Las Malvinas. Ha sido un reclamo constante la reclamación frente al Reino Unido de estos 12.000 km de territorio y sus fachadas marítimas que fueron arrebatados por el imperio británico; para ellos es imprescriptible esa territorialidad bajo el principio de Utis Possidetis Iuris y la integridad territorial; lo que él denominaba la malvinización nacional e internacional de la política argentina. En los mapas ingleses aparecen como las Islas Falklands.
Desconocen el referéndum de autodeterminación impulsado por Londres en el 2013 para permanecer como territorio de ultramar del Reino Unido, de Gran Bretaña e Irlanda del norte.
Estas islas estaban incluidas en los territorios de la Corona Española, desde 1820 hasta 1833 se les incluía en las Provincias del Río de La Plata, cuando fue ocupada por los ingleses. La diplomacia argentina ha logrado en los foros internacionales que la comunidad internacional lo califique de territorio en litigio y lo agregue en la lista de territorios no autónomos dentro del epígrafe del comité de descolonización.
Recientemente en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) a pesar de la crisis política interna, donde se cambió al canciller en pleno vuelo a México no impidió que Argentina lograse un apoyo y un pronunciamiento sobre la aspiración de Argentina a la plena soberanía de las Malvinas, rechazándose la ocupación de las islas por la fuerza en 1833.
Los argentinos invocan la resolución 1514 de la 15 Asamblea de la ONU donde condena “todo intento encaminado a quebrar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país, es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de la ONU”. Extrañamente no hubo un pronunciamiento similar sobre la demanda venezolana del territorio Esequibo y los gobiernos venezolanos no han sido diligentes ante las organizaciones internacionales en la defensa de la venezolanidad de ese territorio.
Es tiempo de esequibar nuestra política exterior y nuestra diplomacia. La República Cooperativa de Guyana con el acuerdo de sus diplomáticos de todos sus gobiernos ha ejercido una hábil política exterior con el apoyo de las grandes compañías como la Exxon Mobil ofreciendo ventajas económicas tanto en su territorio como en el Esequibo. Ha logrado que la máxima instancia jurídica internacional como es la Corte Internacional de Justicia se pronunciara como competente para conocer este litigio a pesar de la postura de Venezuela. De no reconocer la competencia obligatoria de la CIJ y a diferencia de otros países de la región que firmaron el Pacto de Bogotá en 1948, que reconocen a la corte incluyendo litigios territoriales.
Sigue firme en el Acuerdo de Ginebra de 1966, cuando demostró ante la comunidad internacional de lo irrito y nulo del Laudo Arbitral de París de 1899 donde se nos despojó en una sentencia cuestionada de 157.000 km2 y su proyección hacia el Atlántico. Incluso ahora con la notoriedad de lo que está sucediendo en Afganistán (hemos escrito varios artículos en este periódico sobre el laberinto afgano), territorio que ha sido la tumba de los imperios porque fracasó la política de los zares, la ocupación inglesa, el poderío soviético y ahora la derrota y huida humillante de Estados Unidos; se especula y estamos investigando sobre la componenda de los dos jueces ingleses con el presidente del Tribunal, el famoso profesor de Derecho Internacional que presidía el Tribunal Friederich Fromhold para intercambiar territorios estratégicos para los ingleses en Sudamérica y para los rusos en su eterna aspiración de llegar al Afganistán de hoy y los mares calientes. Venezuela no estuvo presente por los eternos problemas políticos, cuando Cipriano Castro llegaba hacia Caracas con los andinos y el Presidente Ignacio Andrade Troconis huía del poder dejando la política nacional e internacional huérfana. En el Tribunal Arbitral de París, el ruso y los británicos hacían mayoría al margen de la benevolencia o no de los dos jueces estadounidenses que representaban a Venezuela.
Al esequibar nuestra política exterior como han malvinizado los argentinos su diplomacia, como ellos debemos tener la presencia en todas las instancias internacionales con los conocedores de la materia diplomática y la unidad de todo el país. Para Venezuela no hay ningún recurso judicial sino el Acuerdo de Ginebra. Por eso todos rechazamos la actitud de los dos últimos Secretarios Generales de la ONU de enviar a la CIJ el dividendo por el Esequibo y a pesar de que se ha reabierto esta causa siempre hemos desconocido la competencia de la Corte de La Haya.
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El Universal
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