El telón de papel

3 de mayo, 2022

Por: Rodolfo Godoy Peña

Se cumplen dos meses desde que Rusia invadió Ucrania y lamentablemente pareciera que esta guerra no está próxima a terminar. No se ven señales positivas de finalizar el conflicto y este tiempo se cuenta en muertos, heridos, mutilados, pérdidas materiales, en fin, una tragedia con mayúsculas. Toda guerra es una tragedia y no importa cuanta tinta o caracteres se gasten buscándole justificación moral a cualquier bando, porque sostener posiciones políticas, o intentar prevalecer sobre cadáveres, en ningún caso justifica la acción.

Si retrocedemos unas pocas décadas podemos afirmar que la segunda guerra mundial permitió una alianza “contra natura” entre el occidente capitalista y el oriente comunista para vencer a Hitler, quien se había convertido en una amenaza para todos y, como era de esperarse, al finalizar el trance, cada parte reclamó su botín de modo tal que el mundo quedó dividido en dos por un muro de influencia ideológica que en alguna medida fue físico como lo demuestra el “muro de Berlín”. A esa división ideológica y física fue a la que se refirió Winston Churchill en 1946 cuando afirmó: Desde Stettin en el Báltico, hasta Trieste en el Adriático, un telón de acero ha descendido sobre el continente«, lo que marcó el comienzo de la Guerra Fría. La gran guerra había alumbrado un nuevo orden mundial.

Algunos analistas se han pasado estos dos meses disertando sobre si esta guerra es la “lucha del modelo democrático contra la autocracia”; si Putin logró lo que nadie antes, “la unión monolítica de Europa” dicen, o si esto será “el fin de Rusia”, sumándose todo esto a una visión parcial muy alimentada por los grandes medios occidentales y unas dosis abundantes de pensamiento desiderativo. Por su parte, esos medios se han encargado de fabricar una narrativa bélica donde se han enfocado en intentar vender que Rusia está perdiendo la guerra y si no, en el mejor de los casos, que la perderá tarde o temprano. El hecho de que en muchos portales digitales la noticia principal sea la muerte de “un“ general ruso en combate, o que Putin está “durmiendo” mal, no solo refleja lo pueril de la cobertura, sino que intenta solapar la verdad de por dónde va la guerra porque más allá del análisis militar para el cual la mayoría de nosotros no está capacitado, pareciera que esta guerra no se mide -ni se medirá- en la cantidad de muertos por bandos, sino que el resultado se arqueará en la nueva configuración del orden mundial.

Pareciera poco probable que el presidente del país con el segundo ejército más poderoso del mundo, según lo afirma el más reciente informe de la firma Global Firepower que utiliza más de 50 factores individuales con categorías que van desde el poderío militar y las finanzas hasta la capacidad logística y la geografía de cada país, se haya aventurado a una maniobra meramente militar sin que detrás hubiese otras motivaciones. La guerra iniciada por Putin es el disparador de un plan mayor. La defensa de los rusos y pro-rusos en Donbass es poco aliciente para que Rusia ponga al mundo al borde la tercera guerra mundial. Esta guerra tiene otra escenografía.

No cabe la menor duda que Putin preparó a Rusia para esta guerra desde hace muchos años y que aceleró el paso a partir de las sanciones de 2014 como consecuencia de la anexión de Crimea, época desde la cual hubo fuertes indicios de las medidas que estaba tomando y que pasaron desde la compra de oro en ingentes cantidades hasta la conversión de sus reservas en criptomonedas. El hecho de que una economía como la rusa que subsiste principalmente de la exportación de hidrocarburos solamente haya tenido un 40 % de sus reservas en dólares o en euros al inicio de la guerra dice mucho de las previsiones que había tomado Moscú.

Creeríamos que Putin no está en esta guerra para apoderarse de Europa, ni está intentando implantar un modelo ideológico contrario a Occidente; tampoco lo está por un arranque autocrático y tal vez ni siquiera quiera hacerse con el Donbass: Putin se dispuso a atacar a Ucrania como preámbulo para cambiar el orden mundial haciendo caer un “Telón de Papel” que permitirá dividir al mundo nuevamente en uno bipolar como lo fue en la guerra fría; y esa cortina ya no es ni será la división ideológica, sino que será el desplazamiento de la moneda que ha servido de referencia internacional hasta ahora porque Putin está en guerra contra el dólar y en esta pelea no está solo, sino que lo acompañan decididamente la China -que ya es la primera economía mundial- así como otras emergentes como India y Pakistán, y muchos aliados de menor cuantía que además comparten con Rusia cercanía territorial.

Es hilarante leer en los medios occidentales las reseñas sobre las reuniones entre Biden y Xi Jinping donde pretenden fundar la falsa creencia de que es una conversa entre desiguales y durante las cuales el presidente de Estados Unidos alecciona, regaña, amenaza y hace “entrar por el aro” al díscolo “chinito” cuando lo cierto es todo lo contrario:  China en lo que va del año 2022 ha tenido un intercambio comercial con Rusia superior a los 400 mil millones de dólares y en palabras del portavoz chino – en contravía del supuesto rapapolvo del presidente norteamericano – estima que se incremente en un 11%, por lo menos.

Las señales de cambio son evidentes: Israel por primera vez en su historia ha reducido sus reservas en dólares y euros para dar cabida al yuan, y la India ha decidido realizar el intercambio comercial con Rusia en rupias y rublos, intercambio por cierto que se incrementó en un 62 % solo en lo que va del año. La razón es perfectamente comprensible: ¿qué confianza se puede tener en Estados Unidos y en Europa cuando sin ninguna legalidad son capaces de bloquear los fondos de países soberanos depositados en sus bancos? Las sanciones contra Rusia han sido una clarinada de alerta para muchos gobiernos.

Adicionalmente, Putin logró en unas semanas estabilizar el rublo a niveles de preguerra, cosa que a las demás naciones sancionadas les ha llevado en promedio seis años. Al haber forzado a la Unión Europea a desechar el euro o el dólar en sus operaciones para hacer los pagos en rublos, y con la compra agresiva de oro pagadero en su moneda que está haciendo en el medio Oriente, Rusia ha vuelto al patrón oro y, por ende, al fortalecimiento del rublo en tiempo récord.

No es ocioso recordar que Rusia había recibido de la Unión Europea durante los primeros dos meses del año la cantidad de 20 mil millones por las exportaciones, y desde la medida de conversión, el 40 % ha sido en rublos; es decir que por este camino Europa deberá pagar la totalidad de las compras en rublos dentro de muy poco.  Hay que decirlo también: al mismo tiempo que Europa envía más armas para que mueran más ucranianos, sigue colaborando todos los días en financiar a los rusos y contribuyendo a colapsar el actual sistema financiero mundial.

Pero Putin no solamente ha logrado romper la unidad de Europa, sino que además ha conseguido que un aliado muy importante de Estados Unidos como lo es Arabia Saudita se niegue aumentar la producción petrolera, con lo cual Europa está entrampada porque si decidieran aplicar un embargo energético contra Rusia harían colapsar toda la economía comunitaria. Los japoneses, por su parte, se niegan a sancionar a Rusia.

Según una firma especialista en el tracking de buques, los barcos rusos han aumentado en un 600% los casos de desconexión del sistema satelital desde las sanciones, es decir que burlando las mismas han logrado seguir vendiendo petróleo a la India y a China; y el 10 % que se disminuyó de sus ventas a Estados Unidos han conseguido colocarlo en el mercado negro.  A la par, Europa y los Estados Unidos sufren la inflación más alta de los últimos 40 años y van en camino hacia una tremenda recesión.

Europa –si no quiere salir más maltrecha de esta peripecia- debe entender que el principal motivo de Rusia no es anexarse territorios, sino que la de Putin es una guerra contra el modelo económico imperante, por lo cual no vale la pena hacer que los ucranianos sigan muriendo sin posibilidad alguna de ganar este combate; y que por esa razón Occidente debe detener esta guerra “militar” y empezar a pelearla en los tableros económicos pues a despecho de medios y analistas nada revela que Putin esté perdiendo esta guerra que parece desarrollarse tal y como la diseñó.

@rodolfogodoyp

 

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