
13 de diciembre, 2021
Por: Rafael Simón Jiménez
No sé a ciencia cierta, si sea el laberinto, o la encrucijada la figura que mejor grafique, la situación que hoy confronta la fuerza política construida alrededor de la figura y el liderazgo de Hugo Chávez, heredada por decisión expresa del caudillo, por Nicolás Maduro, y colocada en urgencia de un debate y unas definiciones, de las cuales puede depender en buena medida su futuro.
Los resultados electorales, de las recientes elecciones regionales y Municipales, más allá de la victoria formal lograda por el PSUV al alcanzar mayor número de posiciones institucionales, esconde un trasfondo preocupante, que no puede ser ignorado por los jefes del Chavismo –Madurismo, y que seguramente consume sus preocupaciones: el éxito formal alcanzado, no descansa en méritos o apoyo popular propios, sino como viene sucediendo desde hace ya tiempo en la incompetencia y en la capacidad ilimitada y contumaz de sus adversarios para la reiteración de unos errores, que traducidos en abstención y división, le permiten al chavismo con cada vez menos votos, conquistar más espacios institucionales.
La indetenible curva descendente, que marca la erosión de los respaldos electorales a la tolda Roja, que en solo 7 años ha pasado de más de ocho millones de sufragios, a bastante menos de la mitad, tiene razones más que justificadas: la profundización de la crisis política y económica, generada por esa trilogía auto admitida de malas conductas : burocratismo – ineficiencias y corrupción –Chávez dixit – y seguramente profundizadas por las sanciones decretadas por el gobierno Norteamericano, han hundido en la pobreza a millones de Venezolanos, y a otros tantos los ha obligado a huir en una diáspora improvisada buscando una subsistencia, que desgarra a miles de familias venezolanas, generando condiciones de vida infrahumanas que aparecen retratadas en toda su dimensión, cuando ,más de 8 millones de venezolanos: funcionarios públicos y pensionados mal viven con menos de 10 dólares mensuales, lo que a la luz de indicadores mundialmente aceptados los coloca por debajo del umbral de la miseria.
Ahora bien la lógica preocupación que acosa a la cúpula del PSUV, es como confrontar los eventos de una ruta electoral que proyectada hacia el 2024, puede pasar por la eventualidad de un referéndum revocatorio presidencial, en el cual, fuera de impedirlo como el 2.016 mediante atropellos y tramoyas judiciales, no tiene ni la más remota posibilidad de ganarlo. Y si a fuerza de apelar a la violencia institucional – como lo han hecho en el caso Barinas- se plantea entonces el inexorable dilema de cómo ganar las Presidenciales del 2024 constitucionalmente pautadas, y a donde de proseguir la pérdida de votos en proyección sencillamente inercial, tampoco tendrían la menor posibilidad, ni siquiera con el apoyo de la ineptitud o la colaboración remunerada de alguno de sus adversarios, de continuar al frente del poder Ejecutivo.
Y es allí, donde seguramente se centra el debate al interior de la cúpula del PSUV y el Gobierno, que en definitiva son exactamente lo mismo, sobre qué actitud asumir en lo adelante frente al tema y los escenarios electorales, es allí donde se abre el laberinto de las eventuales opciones para una fuerza que ha hegemonizado la política venezolana por más de dos décadas, y que está obligada a optar o por la enmienda de sus conductas autoritarias y continuistas, iniciando un viraje hacia su democratización, asumiendo los valores de la alternabilidad, el juego político, el pluralismo, la diversidad y la tolerancia, y preparándose para su eventual salida del poder , o por el contrario profundizar la tendencia hacia la arbitrariedad, el desprecio por el adversario, y la utilización de la violencia y la fuerza, en un proceso que pudiera por efecto imitación conducir a la “Nicaragueñizacion “ de Venezuela, y que implicaría como ahora se acaba de “practicar en Barinas “ persecución de adversarios, proscripción e inhabilitación, fraude descarado, haciendo ilusoria toda posibilidad de competencia democrática.
El Chavismo, tuvo sin dudas unas fallas democráticas de origen, que han lastrado sus conductas, y que pudieran identificarse en primer lugar en la forma como su líder irrumpió en la vida venezolana protagonizando una felonía militar y un golpe de fuerza, ajeno por supuesto a toda convicción o práctica democrática; y en segundo término su muy corto tránsito hacia el poder, pues la descomposición y el agotamiento de la vieja democracia catapulto el liderazgo popular de Chávez meteóricamente y en solo cuatro años de actividad legal , luego de su salida de la cárcel, logro conquistar la presidencia por mayoría inobjetable de votos.
Todas las encrucijadas, incluyendo las políticas, abren para los seres humanos al menos dos posibilidades, El Chavismo también las tiene, y seguramente la viabilidad de cada una de ellas y la valoración de su costo – beneficio consume las neuronas de sus más altos dirigentes, cuya capacidad de discernir no puede ser desmeritada, so pena de un menosprecio y una desvalorización que ha sido uno de los más grandes errores del liderazgo opositor.
La primera opción para el Chavismo de la mano de su heredero Nicolás Maduro, sería un viraje, una reforma, un proceso de reingeniería política e idearía, que transforme al Chavismo en una fuerza realmente democrática, con todas sus implicaciones, incluyendo la posibilidad de la alternabilidad, y la eventualidad de jugar en un tablero múltiple, donde como fuerza de gobierno o de oposición, asegure su gravitación y su espacio político por muchos años en la política Venezolana, donde más allá de las visiones extremistas y obtusas, nunca está dicha la última palabra, y el ejemplo del péndulo electoral izquierda – derecha, en las realidades latinoamericanas favorece esa hipótesis.
Para quienes nieguen rabiosamente, esta primera posibilidad, baste como referencia inmediata, la apertura, por las circunstancias que fueran, que se ha producido en la economía venezolana, donde el fundamentalismo estatista, ha dado paso a una realidad, en la que los bodegones, las “burbujas “, los “casinos “y la “dolarización de factum “ marcan una dinámica que bien pudiera referenciarse con el “capitalismo salvaje “. La reconversión democrática del Chavismo, implicaría en lo inmediato, negociaciones directas con los Estados Unidos y la UE, donde la remoción parcial o total de las sanciones económicas, tendría su contraprestación en la generación de un clima democrático, unas garantías ciudadanas y una reinstitucionalización, que permitiría generar un ambiente de tolerancia, pluralismo y convivencia, ruta en la cual estarían colocadas las elecciones Presidenciales de 2.024.
Seguramente, que en el laberinto o encrucijada en que la realidad política y electoral, ha colocado al Chavismo, luego de su magro resultado comicial del pasado 21 de Noviembre, y su coletazo Barines fraudulento, aparece como la conducta lógica, profundizar su carácter excluyente, sectario, violento, abusador y hegemónico, en un desdoblamiento de Maduro, asimilando las conductas de su par Daniel Ortega. Ahora bien toda decisión entraña medición de riesgos y oportunidades, y aquí salta la Pregunta: podría sostenerse en el tiempo un gobierno o un movimiento político, que violente la democracia, que reprima a su población y que profundice una crisis económica que somete al hambre material a más del 70 por ciento de los ciudadanos? En todo caso cualquiera que sea las consideraciones, valoraciones y respuestas, debe colocarse en la balanza de los beneficios que significaría transformar al chavismo en una fuerza democrática, que al vaivén y la dinámica que impone el juego de minorías y mayorías en un régimen de libertades, pueda tener largo aliento en la vida pública venezolana.
En la antigüedad, se afirmaba que los “dioses cegaban a los que querían perder “, ojala y esta máxima, no sea la que guie, los razonamientos y valoraciones de quienes desde la cúpula del PSUV y el alto gobierno, tienen la capacidad de marcar el rumbo de ese tan importante factor de la política Venezolana, y lo afirmo sin dosis de ingenuidad, pero tampoco de posiciones prejuiciadas, estereotipadas o preconcebidas, porque la historia del mundo ha estado proporcionalmente conformada, por quienes de manera irreflexiva y terca se han empeñado en transitar el despeñadero del totalitarismo y la opresión, pero también de quienes en ejercicio de sindéresis y lucidez han sido capaces de rectificar y marcar un cambio de rumbo.
@RafaelSimonJim1
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