
30 de abril, 2020
Esta pandemia del Covid-19 ya tiene su geografía donde la vida y la muerte se expresa en estadísticas de infectados: entre ellos los fallecidos y recuperados. EL origen nadie lo discute, fue en la ciudad de Wuhan en China. En forma profética el dramaturgo checo Karel Capek, en 1937 en su obra “La Enfermedad Blanca” describía no solo lo trágico de la enfermedad sino la significación de la misma en relación a la historia que se estaba viviendo en los inicios del nazismo con el virus de la intolerancia y el odio, igualmente el premio Nobel Albert Camus unos años después en forma novelada describía la epidemia de Oran, Argelia en el año 1947. Como Capek este escritor existencialista enmarcaba su obra en lo que Susan Sontag denomina la “metáfora de la enfermedad” relacionando estas crisis con el marco institucional y con la dinámica política y económica de situaciones concretas y de peligros insuperables. En ese momento la pandemia era política con la dimensión de los totalitarismos del momento, el fascismo, el nazismo y lo que posteriormente sería el estalinismo comunista. El confinamiento nos obliga a la lectura, a la reflexión, al análisis y a la creatividad, por eso la historia de estos tiempos continuará escribiéndose con el trasfondo de lo ocurrido en Asia pero que ha impregnado todo el planeta. La reflexión científica y humanística como el arte están impregnados de esta tragedia. Es fundamental encontrar el origen y sus verdades en el dilema de una transmisión del mundo animal al ser humano por zoonosis como está comprobado por las más recientes SARS (2002) y MERS (2012). No se descarta lo que ha afirmado el Premio Nobel francés que descubrió el VIH el virólogo Luc Montagner de que este tipo de virus tiene todas las características de ser creado en un laboratorio. Cualquiera sea la verdad podría haber responsabilidad administrativa e incluso penal. Varios gobiernos han solicitado una investigación internacional de carácter neutral y con criterio científico para ver qué responsabilidad puede tener el gobierno chino en el manejo de esta crisis, bajo el principio de la responsabilidad nacional de los estados y la necesaria transparencia cuando se afecta un bien común de la humanidad, en este caso el perjuicio es inconmensurable en razón de las muertes que se han causado y el daño económico originado. En esta dirección están teóricos de la ciencias política como Luigi Ferrajoli cuando insiste en un nuevo Constitucionalismo Planetario bajo el imperativo de la supranacionalidad y la responsabilidad compartida. Es también la preocupación del filósofo surcoreano formado en Alemania, Byung Chul Han, cuando advierte de los peligros del modelo autoritario chino que algunos piensan invocar para la época post-pandémica en razón de la eficacia sin considerar su dimensión autoritaria y dictatorial, donde no existe la transparencia ni el reconocimiento al Estado de Derecho, él como oriental conoce el peligro de la convivencia, el tráfico y el consumo de las especies salvajes y la existencia de los “wet markets” (Mercados Húmedos) donde los compradores prefieren vivos a los animales y donde convive la fauna salvaje cazada y solicitada por algunos como alimento o como medicina.