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«Cinco centavitos» para Oswaldo Morales

Universo musical (Crónicas para el recuerdo) Héctor J. García

 

Dada la proximidad de la fecha de natalicio de una de las voces más románticas que ha tenido Venezuela  como fue la del fallecido Oswaldo Morales, nuestra crónica musical va dirigida, precisamente, para quien- vale recordarlo- disfrutó de las mieles del triunfo, del reconocimiento y el aplauso, al igual que de una forma u otra sintió los rigores del olvido y la ingratitud por parte de quienes siempre han manejado lo que denominan “cultura”, donde todo aquel que no suena en radio ni  sea visto a través de la pantalla chica es catalogado de “viejo”, de no “estar en nada”.

Alguna vez Rosa Montero escribió: “Quizá uno empieza a envejecer en el momento en que empieza a dolerle la memoria”. Eso creemos.

A Oswaldo lo conocí a mediados de la década de los 60 cuando quien escribe vivía en Catia y él, en compañía de un grupo musical y muy a pesar de sus limitaciones para caminar a causa de una enfermedad en las piernas, llevaba una serenata a una vecina muy cercana.  Unas cuantas canciones interpretadas en su melodiosa voz juvenil bastaron para descubrir a un cantante con un porvenir promisorio. El tiempo se encargó de demostrarlo.

Había nacido Oswaldo en Caracas, en septiembre de 1945,  año en que se consumó el golpe de Estado también conocido como la Revolución de Octubre, contra el gobierno del presidente Isaías Medina Angarita. Musicalmente hablando eran los tiempos de las orquestas de Luis Alfonzo Larrain y de la Billos Caracas Boys, amén de otras importantes agrupaciones caribeñas.

El infortunio de padecer una discapacidad motora no fue impedimento alguno para que el futuro vocalista y compositor se interesase  por la música, sobre todo cuando el bolero y sus intérpretes se afianzaban en el gusto de los miles de melómanos. Antes de cumplir las dos décadas de vida, era requerido por los musicales del momento, entre ellos el recordado Show de las 12, de Víctor Saume.

Al finalizar los años 60 había grabado 4 discos de larga duración (LP) y uno de sus grandes éxitos, sin lugar a dudas, fue Cinco centavitos, del compositor colombiano Héctor Ulloa, tema también interpretado por el ecuatoriano Julio Jaramillo, pero sin el éxito arrollador que alcanzó Morales. En total, dejó para la posteridad 21 discos de acetato.

Dada su popularidad gracias a esa extraordinaria y bonita voz que poseía, amén de sus numerosos éxitos musicales, fue reconocido como “Revelación del año 68” y merecedor del “Guaicaipuro de Oro”.

Asimismo su talento fue requerido en escenarios de Curazao, Panamá, Colombia, Costa Rico y México, país éste donde permaneció por espacio de dos años. En honor a la verdad, este intérprete sonaba a nivel radial “como le daba la gana”. Cinco centavitos, Perdámonos, Cuando la besas tú, Llévatela, Perdóname, Madre, Amor incomparable, La tinajita, Caracolito del mar y Déjala que se vaya, entre otras.

Vale recordar, que la propuesta musical de este venezolano no se quedó corta ante verdaderos señores de la canción romántica de esos años como Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Javier Solís (a pesar de la prematura muerte del mexicano) y nuestro Felipe Pirela, entre muchos otros. Dicho de otra manera: se metió entre los grandes.

Por su obra y trayectoria musical fue declarado Patrimonio Cultural por el Concejo Municipal Libertador. Oswaldo Morales además de cantante y compositor, también ejecutaba la guitarra y el piano, al igual que ejercía la docencia en las asignaturas de canto, teoría y solfeo, cuatro, guitarra y mandolina desde su hogar de Los Magallanes de Catia, lugar donde vivió siempre hasta que enfermó, y de allí ser trasladado hasta el Hospital Militar donde falleció un 12 de marzo de 2010 a raíz de un paro respiratorio.

 

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