
11 de diciembre, 2021
Por: Román Ibarra
Las elecciones del 21N, a pesar de la debacle opositora, y del ¨triunfo¨ del oficialismo con muy poquitos votos; mucha abstención, y amplia división de los factores de oposición, pudieron haber tenido un éxito institucional que convenía a Maduro y a su imagen internacional, pero una mano peluda, y radical dentro de sus filas torció el rumbo y se aprovechó del control del TSJ para una perturbación innecesaria.
Quedó para el 9 de enero la extirpación de la verruga generada por el alto tribunal, a menos que con otra sentencia prolonguen la agonía de los barineses, en una entidad que más allá de los candidatos en disputa, los que votaron lo hicieron mayoritariamente por librarse del saqueo y destrucción de la familia Chávez, a lo largo de muchos años.
Los que auspiciados por la corrupción y abuso de poder del chavismo, arrasaron y atropellaron la decencia de ese importante estado de la República, cuyos ciudadanos se sacudieron con votos a una dinastía contrahecha.
Ya veremos los resultados, aunque me temo que ocurra como en la canción de Rubén Blades: ¨Tengan fe, esto no se acaba aquí¨!
Nuevas inhabilitaciones express, malos tratos en la acción política de lado y lado, nuevos candidatos en escena, nos hablan de un ambiente poco auspicioso para el sistema político, y la serenidad de la población que bien la necesita.
El gobierno frente a grandes contradicciones internas que logra recomponer pragmáticamente para su participación electoral, por conveniencia circunstancial, pero también por la incapacidad de la atomizada oposición para ponerlas de relieve y explotarlas, mientras las suyas afloran cada día con más fuerza, y discriminaciones odiosas.
Pero más allá de lo que pueda pasar el 9 de enero de 2022 en Barinas, cuyo desenlace deseamos sea positivo, lo que tiene sentido en nuestra opinión, es pensar con sentido estratégico lo que conviene a toda la sociedad, a los fines de la reinstitucionalización del país, para poder soñar con la idea del progreso, y el crecimiento sostenido en un ambiente de paz social.
En cuanto a la ciudadanía, y la dirigencia política, pisar tierra y reorganizarse para producir los cambios que el sistema necesita, pensando en los intereses del país por encima de todo, y evitar la compulsión por la conquista de espacios exclusivamente para provecho de sus respectivos grupos.
Nos referimos a la inconveniencia de seguir recurriendo a fantasías inmediatistas difíciles de cumplir, pero que comportan falsas expectativas y luego se convierten en frustraciones paralizantes o enajenantes.
Lástima que la abstención haya impedido la conformación de una AN más equilibrada para discutir con serenidad reformas constitucionales como la eliminación de distorsiones como el referéndum revocatorio, así como la reelección presidencial de manera definitiva, y en su lugar promover la segunda vuelta presidencial para impulsar la gobernabilidad; volver al esquema bicameral para una más amplia, reposada y sensata discusión de las leyes que el país necesita.
Profundizar la independencia; profesionalización, y autonomía del poder judicial, y demás poderes. Respetar y profundizar la autonomía universitaria, garantizarles presupuesto justo, y hacerles contraloría para una correcta rendición de cuentas; volver a la formación en las escuelas técnicas, cuya eliminación fue un error garrafal. En fin, el país está ávido de formas republicanas e institucionales que aseguren la paz; la democracia; El crecimiento y el desarrollo.
@romanibarra
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