Actualidad

Bochinche

16 de julio, 2022

Por: Román Ibarra

Una de las cosas que más sorprende en Venezuela, es la capacidad de convertir hasta la cosa más seria, en un desorden; un jaleo.

Somos dados a restarle seriedad a las actividades, cuya naturaleza, requiere seriedad; ponderación, y virtud.

Pareciera que estos 22 años de destrucción institucional; de corrupción; abuso de poder; degradación moral, y escaso amor por el país y el prójimo, han sido insuficientes para hacernos entrar en razón acerca de cuál es el rol que nos toca como ciudadanos responsables de  nuestro tiempo y destino.

Esto es culpa directa del gobierno que al alimón entre Chávez, y Maduro, han impreso como huella indeleble en el alma del venezolano; como destructores de todo lo que se había avanzado (aunque con algunos defectos, como no) en los 40 años de democracia civil.

El país más sólido económicamente, y el más estable (aparentemente) desde el punto de vista político, se fue al foso por la conspiración de unas élites inconformes, y desleales al sistema, en alianza con la ultraizquierda, y militares golpistas, con discurso pretendidamente redentor, para luego destruir y corromperse hasta las nauseas.

Pero, si bien es cierto que esa culpa recae en esos Presidentes, no es menos cierto, que la otra parte de la culpa recae en quienes han sido incapaces de construir una alternativa al desastre, a pesar de haber contado con amplio respaldo político, y económico interno e internacional.

Pues sí, primero por aceptación y acompañamiento ciudadano, y luego por secuestro descarado, son los mismos dirigentes y sus partidos quienes han venido ejerciendo la dirección de la oposición desde que llegó Chávez al poder en 1999, con creciente  falta de tino, y muy bajo rendimiento político.

El país, desde la perspectiva del gobierno, es la simbolización de la destrucción. Poderes institucionales cooptados por el oficialismo, auspiciados por la abstención promovida por la dirigencia de la oposición, dejando en las peores manos  la administración de la cosa pública: La justicia; la salud; la economía; los servicios esenciales; la educación; la seguridad, y la política exterior, para solo citar los más emblemáticos.

Visto desde la oposición, el resultado es exageradamente malo, pues quienes estaban llamados a construir la alternativa al despropósito gubernamental, han resultado tan malos y más corrompidos que los del gobierno.

Intentando perpetuar una estafa política y jurídica llamada interinato, han destruido bienes de la nación, a través de empresas incautadas internacionalmente, así como el derroche abominable de la multimillonaria ayuda económica que Estados Unidos y Europa han brindado para la lucha contra el autoritarismo del gobierno venezolano.

Eso que de por sí es una tragedia, se exacerba con las aspiraciones presidenciales alocadas, y extemporáneas de todos los que antes  satanizaron la institución del voto llamando a la abstención, pues con ello, ¨deslegitimaban¨ a Maduro, y solo lograron regalarle todo el entramado institucional de la nación.

Hoy Maduro, gracias a la reiterada estupidez de esa oposición G4, y compañía, es dueño y señor de todos los poderes. Los mismos que abandonaron la AN en 2005; que fracasaron en la gestión de la AN de 2016-2021; abandonaron la elección presidencial en 2018; otra vez la AN en 2020; la elección de gobernadores y alcaldes en 2021, son –desde ya- candidatos a las primarias sectarias y excluyentes que organizan, mirándose su propio ombligo.

La gente real los desprecia, pero insisten. No se dan cuenta de que la ciudadanía espera  un programa de gobernabilidad que resuelva los grandes problemas, para luego buscar un líder transicional que enderece el país para todos, incluyendo al chavismo descontento.

Esas primarias son solo bochinche para captar recursos económicos que prolonguen la agonía de esos ¨partidos¨ sin alma.

El país merece un mejor destino, y por eso, es urgente un programa para la unidad ciudadana. Hagámoslo.

 

@romanibarra

 

El Reporte Global, no se hace responsable de las opiniones emitidas en el presente artículo, las mismas son responsabilidad directa, única y exclusiva de su autor.

 

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