
14 de octubre, 2021
Por: Julio César Pineda
En la geopolítica de hoy y después de la pandemia del Covid-19 se está diseñando la arquitectura y la ingeniería de un nuevo orden geopolítico mundial. De la Guerra Fría (1945-1989) se ha heredado de manera sutil la permanente confrontación entre Estados Unidos y Rusia, con economías fuertes, recursos naturales y arsenales atómicos. La irrupción de China no solo es en lo económico y tecnológico sino también en el expansionismo político y militar. La Unión Europea con sus 5 millones de km2 y cerca de quinientos millones de consumidores, sin la amenaza soviética y con las políticas nacionalistas de Trump, ha configurado un centro de poder y de nuevas alianzas lo hemos comprobado en las recientes crisis tanto de Afganistán como de Irán, donde tiene su propia política exterior, facilitada ahora con la nueva administración de Joe Biden en Washington. La canciller Angela Merkel en Alemania después de 16 años en el poder ha demostrado el poderío y el factor estratégico de los 27 países que integran este paradigma integracionista.
En la reciente toma de Kabul por los talibanes y la humillante derrota de Estados Unidos se han manifestado por la riqueza de ese territorio y por su posición estratégica los intereses de estos cuatro factores de poder mundial. Estas cuatro potencias hegemónicas están presentes en todos los teatros de la geopolítica mundial, así Estados Unidos además de su área de influencia en América Latina y el Caribe tiene su proyección en toda la Europa Occidental, en Asia, en el Medio Oriente y en África. Lo mismo puede decirse de Rusia y China con sus firmes intereses (hard policies) en esta región.
A nivel regional con lo acaecido en Kabul se han manifestado los intereses de las hegemonías regionales como es el caso del triángulo de poder en Asia con los intereses opuestos de Pakistán y la India (estados atómicos) y la perspectiva de las dos corrientes del Islam y en esa nación musulmana con la influencia que pueda tener el arco chiita con Irán (Siria, Irak, Sudán y parte de Líbano) y el arco sunita mayoritario en lo religioso, con el sunismo representado por Arabia Saudita. Allí China ya ha tomado ventaja en lo comercial con la exclusividad en el desarrollo de las minas de litio; Pakistán e Irán con sus largas fronteras de 909 km: Islamabad con Afganistán con 2670 km, Teherán por la carga de refugiados afganos y por su minoría en Afganistán los hazaras. Pakistán considerando siempre como patio trasero a este territorio talibán, donde la mayoría étnica Pastún comparten la frontera que siempre ha considerado a Afganistán como punto privilegiado frente al conflicto territorial que mantiene con la India (ambas potencias atómicas) por la territorialidad de Cachemira en la cordillera de los Himalaya. Washington seguirá con su presencia indirecta en sus intereses económicos dentro del proceso de negociaciones con el nuevo gobierno talibán en la mesa redonda de la capital de Qatar, Doha.
La última reunión de la Unión Europea y su parlamento en Bruselas hace algunos días acordaron conversaciones con los talibanes aunque esto no implica el reconocimiento de su gobierno; pero muchas compañías alemanas, francesas, italianas y polacas han estado y siguen negociando diferentes materias para sus industrias o servicios que han prestado o puedan facilitar a Kabul.
Venezuela precisamente como lo escribimos en el anterior artículo y lo hemos analizado en Globovisión, en Brújula Internacional, con sus inmensos recursos naturales al igual que Afganistán, es un centro de interés en el tablero del ajedrez mundial donde se mueven no solo el rey y la reina sino también los alfiles, los caballos, las torres y los peones.
Hoy es muy difícil para los analistas describir la anatomía de las potencias mundiales. Tradicionalmente se consideraban como determinantes la territorialidad, la población, las instituciones y el número de fuerzas armadas. Previo a la Primera Guerra Mundial la Alemania Nazi fue derrotada a pesar de que tenía más hombres en armas (exceptuando a Rusia) equipos militares y material bélico incluso más naves y más aviones que Reino Unido y Francia. Hoy lo militar depende de lo político y lo económico. Las nuevas tecnologías de la Inteligencia Artificial, los robots, la big data privilegian lo tecnológico frente a los factores materiales. Las futuras guerras y los conflictos se planificarán y realizarán desde las computadoras, el internet, y el espacio virtual; serán guerras cibernéticas.
El derecho internacional más allá del realismo, de los factores del poder y de las condiciones materiales y humanas de un Estado o del planeta; proscribe toda amenaza o ejecución de la guerra para solucionar las diferencias. Actualmente sufrimos la pandemia del Covi-19 a nivel individual, nacional e internacional, incluso en lo personal sentimos la dureza no solo de la enfermedad sino del efecto post traumático y al sobrevivir, en este campo de la diplomacia y las relaciones internacionales seguimos afirmando el imperativo de la paz y la solidaridad internacional.
Compartimos el criterio del jurista e internacionalista italiano Luigi Ferrajoli de la necesidad de una “Constitución de la Tierra”, donde se complementa lo establecido durante la Revolución Fancesa de la exigencia de la Libertad, la justicia, que se ha logrado parcialmente en estos siglos pero que aún falta el tercer pilar como es la solidaridad
El Universal
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