Afganistán: nuevo Emirato Islámico

19 de agosto, 2021

Por: Julio César Pineda

El presidente Biden declaró que la orden de retirar los efectivos militares estadounidenses de Afganistán fue para no repetir los errores del pasado, sin embargo, todo se parece a lo sucedido en Vietnam.

Afganistán después de 20 años tiene nuevamente un gobierno islamista radical. El 11 de septiembre del 2001, cuando el gobierno talibán se negó a entregar a su líder fundador Osama bin Laden, comenzó la tragedia cuyo epílogo hemos visto en estos días. Las Naciones Unidas y la Unión Europea han llamado al diálogo igual que la Organización del Tratado del Atlántico Norte para una solución política. El retiro de las tropas ordenada por Washington fue un castillo de naipes para todos los miembros de la OTAN. Las fuerzas afganas nunca tuvieron la potencia para vencer la insurgencia talibana, aunque EEUU otorgó más de mil millones de dólares equipando y entrenando a 300 mil militares afganos. Señaló que los militares afganos no tuvieron la voluntad de combatir y ratificó que los adversarios para su nación en la geopolítica mundial seguían siendo Rusia y China, quienes estarían deseando que los estadounidenses se consumieran en su propio laberinto. El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, abrió la posibilidad del diálogo con las nuevas autoridades, condicionándola a la preservación de los derechos fundamentales, especialmente los de la población femenina.

No produjeron resultados las conversaciones entre la cancillería estadounidense y los talibanes en las reuniones en Qatar.

Con el abandono de la última base aérea en Bagram al norte de Kabul el pasado viernes se cerró un capítulo del más prolongado conflicto en la historia estadounidense.

El ex presidente Trump ha solicitado la dimisión de Joe Biden al referirse al caso afgano, y el Partido Republicano ha insistido en la crisis económica, la nueva realidad de la pandemia y en la ausencia de una política energética.

En el tablero mundial, Rusia y China empiezan a mover sus piezas en el interés común de su confrontación con Estados Unidos, como también India y Pakistán. La India siempre ha apoyado a Estados Unidos, pero ha hecho grandes inversiones en Afganistán, mientras que Pakistán siempre ha estado cerca de la ideología y práctica de los talibanes y en su territorio alberga grupos muy cercanos a Al Qaeda; estos históricos adversarios han desarrollado el arma atómica. Para Rusia es importante la influencia que ejerce en los gobiernos de Turkmenistán, Uzbekistán, y Tayikistán, todos con frontera con Afganistán, aunque Moscú se preocupa de los brotes terroristas y esperando una actitud moderada de los talibanes. China tiene intereses económicos en materias primas, especialmente cobre y litio, material esencial para carros eléctricos y teléfonos inteligentes, pero igualmente tiene problemas con el Islamismo en la región de Xing Yang.

Los países árabes se preocupan porque la victoria talibana podría generar brotes en todo el Medio Oriente. En algunos medios de comunicación Saudita se afirma que el peligro no es solamente los talibanes si no la versión sunita de la experiencia iraní y el temor de que el nuevo gobierno talibán se convierta en refugio de movimientos yihadistas. Irán tiene una frontera cercana a los mil Kilómetros con Afganistán, y aunque es chiita su población siempre ha manifestado tener buenas relaciones con los talibanes sunitas, pero teme una llegada masiva de refugiados donde ya tiene cerca de 4 millones de afganos.

La caída de Kabul influenciará a los musulmanes radicales tanto en África, Asia como en el Medio Oriente pero hay diferencia entre Al Qaeda movimiento fundado por bin Laden y los talibanes. Osama bin Laden aprovechó la cobertura que le dieron los talibanes en su tiempo, pero tiene su propio ejército en las provincias afganas. Los talibanes tienen una política local mientras que Al Qaeda y los califatos del ISIS buscan internacionalizar su combate.

La figura fundamental del nuevo Afganistán es Abdul Ghani Baradar, quien se entrevistó en Qatar en noviembre del 2020 con Mike Pompeo, Secretario de Estado de Trump, quien firmó los acuerdos entre los talibanes y EEUU el 29 de febrero de 2020, donde se comprometían ambas partes a terminar la guerra, y se procedería con el retiro de las tropas estadounidenses; en ese momento se pensó en la posibilidad de una consulta popular para elegir un gobierno de unidad. Baradar pertenece a la etnia Pashtun, habiendo ejercido el Ministerio de la Defensa cuando los talibanes gobernaron por primera vez de 1996 al 2001. Baradar huyó a Pakistán, y ahí estuvo encarcelado hasta su liberación solicitada por Washington con la esperanza de que su liderazgo pudiera garantizar la paz. Hay que esperar las realizaciones del nuevo gobierno de Afganistán y el programa que lleven a cabo los talibanes, pero ya advirtieron que estarían enmarcado en la Sharia desarrollando en la legislación los Principios del Corán, en consecuencia surge la nueva denominación de Afganistán como Emirato Islámico de Afganistán.

 

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El Universal

 

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