
Por Héctor J. García
Se cumplen 84 años del fusilamiento del gran poeta granadino Federico García Lorca -hecho ocurrido en 1936- en los albores de la Guerra Civil española.
Releyendo al hispanista irlandés Ian Gibson, considerado uno de los mejores historiadores que conocen al dedillo este terrible episodio de la muerte del bardo andaluz, recordemos que García Lorca fue asesinado en el camino que va de Víznar a Alfacar, en la ciudad de Granada de esos años.
Lorca, de convicciones políticas republicanas de izquierdas pero sin participación activa ninguna, había sido detenido días antes en la casa de su amigo, el también poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de «las autoridades» nacionalistas que sería puesto en libertad «si no existía denuncia en su contra».
La orden de ejecución fue dada por el gobernador civil de Granada, José Valdés Guzmán, quien había ordenado al ex diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, la detención del poeta y dramaturgo. Valdés contaba con el visto bueno del general Queipo de Llano a quien se consultó sobre qué hacer con Lorca.
Federico García Lorca pasó el 17 de agosto en las dependencias del Gobierno Civil de Granada, en compañía de otros arrestados: el maestro de escuela republicano Dióscoro Galindo, y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ambos de ideología anarquista.
“Delen café” había sugerido el militar Queipo del Llano y en la madrugada del 18 de agosto de 1936 fue asesinado de varios disparos cuando contaba con 38 años de edad.
Lorca y la Generación del 98
A grandes rasgos, Federico García Lorca nació en el municipio de Fuente Vaqueros, Granada, en el seno de una familia de posición económica desahogada el 5 de junio de 1898. Su padre fue don Federico García Rodríguez, un hacendado, y su madre, doña Vicenta Lorca, maestra de escuela que fomentó el gusto literario a su hijo.
Desde la edad de 2 años, según uno de sus biógrafos Edwin Honig, Lorca mostró su habilidad para aprender canciones populares y a muy tierna edad escenificaba en miniatura oficios religiosos. Su salud fue frágil y no empezó a andar hasta los cuatro años. Leyó en su casa la obra de Víctor Hugo y de Cervantes, pero como estudiante fue pésimo, abandonando la Escuela de Derecho de Granada para instalarse en la residencia de estudiantes de Madrid (1918 -1928); eventualmente regresó a la Universidad de Granada donde sin dificultades se graduó como abogado.
La ubicación meridional de Granada donde se encontraba viva la herencia mora, el folclore, el oriente y una geografía agreste, quedaron impresas en toda su obra poética donde los romanceros y la épica se funden de manera perceptible.
La España de Lorca es la heredera de la Generación del 98 con una rica vida intelectual donde los nombres de Francisco Giner de los Ríos, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, y poco después Madariaga y José Ortega y Gasset imprimían el sello distintivo de una rebelión contra la realidad de España.
Influyeron, además, en la sensibilidad del poeta en formación Lope de Vega, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Manuel Machado, Ramón del Valle-Inclán, Azorín e, incluso, «El cancionero popular».
Sus grandes obras
En 1918 publicó su primer libro «Impresiones y paisajes», costeado por su padre. En 1920 se estrenó en teatro su obra «El maleficio de la mariposa», en 1921 se publicó «Libro de poemas» y en 1923 se pusieron en escena las comedias de títeres «La niña que riega la Albahaca y el Príncipe preguntón». En 1927 en Barcelona expuso su primera muestra pictórica.
En esta época frecuenta activamente a los poetas de su generación que permanecen en España: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, y sobre todo Buñuel (cineasta) y Dalí (pintor), a quien después le tributó «Oda a Salvador Dalí. En 1929 marcha a Nueva York. Para entonces se habían publicado, además de los antes mencionados, sus libros «Canciones» (1927) y el «Primer romancero gitano» (1928), siempre su obra poética más popular y más accesible.
De su viaje y estancia en Nueva York surge libro «Poeta en Nueva York» y la gratificante certeza de que fue una época feliz para el exitoso y bohemio español. En 1930 fue a La Habana donde escribió parte de sus obras «Así pasen cinco años» y «El público».
En 1931 se instaura la II República y esta nombró a don Fernando de los Ríos como Ministro de Instrucción Pública, quien fue su principal mecenas durante los primeros años del poeta en España y fue nombrado bajo el patrocinio oficial como codirector de la compañía estatal de teatro «La barraca» donde disfrutó de todos los recursos para producir, dirigir, escribir, adaptar todo tipo de obras teatrales, escribió en este período «Bodas de Sangre», «Yerma» y «Doña Rosita la soltera».
Entre 1933 y 1936 escribió «Diván de Tamarit», «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías» que conmovió al mundo hispano, “La casa de Bernarda Alba” y trabajaba en “La destrucción de Sodoma”, cuando estalló el alzamiento de Franco en África.
Rehusó el exilio ofrecido por Colombia y México, cuyos embajadores previeron que el poeta pudiera ser víctima de un atentado debido a su función de funcionario de la República, pero Lorca rechazó las ofertas y se dirigió a su casa en Granada para pasar el verano. Después de su muerte se publicaron «Primeras canciones», «Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín» y «Odas y Suites».
*(Este artículo fue publicado por primera vez el 20 de agosto de 2008 en la publicación Contacto Internacional)